Deliciosos Recuerdos: La Tradición de Helados González

La historia de la tradición heladera de la familia González, iniciada por el tatarabuelo de Garbiñe Bustamante en Santander en el año 1937, es un legado que perdura en el tiempo. Esta encomienda comenzó con el helado clásico de limón, que aún hoy en día goza de gran popularidad, manteniendo su encanto y autenticidad.

Garbiñe, como la cuarta generación al frente de esta familia de heladeros, lleva consigo la pasión por el arte de hacer helados. Bajo la renombrada firma «Helados González», la venta itinerante es su modus operandi, desplazándose con seis vehículos por ferias de quince comunidades autónomas. Aunque esta forma de vida es exigente, la felicidad de Garbiñe radica en su amor por lo que hace: la venta directa de helado tradicional y artesanal. La atención cercana tanto en el obrador como en los puntos itinerantes es un elemento fundamental de su labor.

Muchos de los clientes de Garbiñe hoy en día también lo fueron de su padre o su abuelo, creando un lazo especial cuando reconocen en sus productos la esencia de sus antecesores. En su amplia carta, ofrecen hasta treinta y cuatro variedades, desde helados frutales y de leche fresca hasta opciones específicas para personas alérgicas a la lactosa, incluyendo el siempre popular helado de chocolate. Además, la innovación también tiene cabida en sus creaciones, con sabores atrevidos como el de pistacho o el de unicornio, que deleitan a los paladares más aventureros.

La autenticidad y la calidad de la elaboración son puntos clave en la propuesta de Helados González. Garbiñe se enorgullece de exhibir refrescantes sabores en su puesto, utilizando ingredientes de primera calidad y técnicas que diferencian sus helados de los productos convencionales. La naturalidad de sus productos es un valor irrenunciable, inculcado en ella desde su hogar. Trabaja siempre con los mejores ingredientes y emplea técnicas tradicionales mejoradas para ser más eficientes, diferenciándose claramente de los helados ultracongelados.

En resumen, Garbiñe es una artesana cuyo mejor marketing es la excelencia de su producto.