En un mundo donde lo rápido y lo efímero parecen imponerse, María Mena Miguel nos recuerda el valor de lo que perdura. Esta artesana logroñesa de 45 años es la única doradora oficial de La Rioja, una maestra de un oficio ancestral que combina la conservación del patrimonio histórico-artístico con la creación de obras únicas mediante las técnicas de dorado y policromía. Su historia está impregnada de arte, oficio y pasión por el detalle.

Fuente: María Mena Miguel
Fuente: María Mena Miguel


Un legado que comienza en la infancia

El taller de su padre fue su primera escuela. María creció entre el aroma inconfundible de la madera y el murmullo constante de las máquinas de ebanistería. Su padre, un apasionado defensor de la artesanía y los oficios, le transmitió no solo técnicas, sino también una forma de mirar el mundo: con respeto por lo hecho a mano y por los oficios que perduran en el tiempo. Esos momentos compartidos marcaron profundamente su vida.

Fuente: María Mena Miguel
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Desde pequeña aprendió a valorar el patrimonio artístico, especialmente en iglesias y otros espacios cargados de historia. En su formación profesional tituló un grado superior en madera, donde descubrió las técnicas de dorado y policromía, procedimientos que se remontan a los sumerios y egipcios, civilizaciones que las emplearon en sus decoraciones más refinadas.

Fuente: María Mena Miguel
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Del taller familiar a los grandes proyectos

Su pasión por la madera evolucionó hacia el trabajo con oro y plata en finas láminas, materiales que transforman superficies simples en auténticas joyas. María talla, dora y policroma en cuadros, piezas decorativas y soportes de madera o lienzo, aplicando capas de materiales que añaden textura y profundidad a cada obra.

Fuente: María Mena Miguel

Durante años, ha trabajado en la restauración de patrimonio histórico por toda España. Iglesias, retablos y edificios cargados de historia han pasado por sus manos, devolviéndoles su esplendor original. También conoce las peculiaridades de transmitir su arte fuera del país cuando, por motivos personales, se trasladó con su familia a Holanda. Allí decidió abrir un taller de dorado y policromía, donde descubrió una valoración distinta hacia el arte y la artesanía, que le motivó a seguir desarrollando su oficio.


Un regreso con propósito

Hoy, María vive en Logroño y combina su taller de dorado y policromía con su labor de restauración. Cada pieza en la que trabaja es única, no solo por los materiales nobles que emplea —como el oro fino de 24 quilates y la plata—, sino por el cuidado que pone en cada paso del proceso. Su trabajo no se limita a lo técnico; es también una manera de conectar el pasado con el presente y de preservar las raíces culturales que nos identifican como sociedad.

Fuente: María Mena Miguel


Un futuro brillante para la artesanía

María entiende la artesanía no solo como un oficio, sino como una parte esencial de nuestra cultura. Continuar el legado de su padre y defender la relevancia de los oficios tradicionales es un reto que asume con orgullo. Desde su taller en Logroño, sigue tallando, dorando y restaurando con la misma dedicación y respeto que aprendió en su infancia.

Fuente: María Mena Miguel
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Su historia no es solo la de una artesana, sino la de alguien que ha encontrado en su oficio una forma de dar sentido al tiempo, de preservar lo bello y de demostrar que el arte sigue siendo una expresión fundamental de lo que somos.

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